Pues bueno, ha pasado bastante tiempo sin escribir. Sin escribir en el blog, digo, porque he estado dedicada a una columna en la revista Fausto que, lamentablemente, ha llegado a su fin. Me refiero a la revista. Pero, como la vida continúa, regreso a este espacio para deleite de mis algunos seguidores y tormento de mis varios detractores. Como primer paso y mientras me inspiro para escribir un (espero) explosivo nuevo post, les dejo las columnas que llegué a escribir.

Notarán que el tono es distinto al que tenía por aquí porque tenía que hacer el esfuerzo de escribir para hombres de 50 años que compran Fausto para verle las tetas a chicas que luego ven decorando un carro en el Motorshow. Espero haberle despertado alguna curiosidad –más allá de la sexual con mi foto matadora– a al menos uno de los que llegó a la última página de la revista. Que al menos dos tengan alguna mejor idea de lo que pasa en los cerebros de las chicas y empiecen a buscar mujeres con cerebro. Y que al menos tres consideren la posibilidad de que a las chicas también nos gusta el sexo por sí mismo y no como un vehículo para subirnos a su recién comprado vehículo y que eso no tiene nada de malo. Me gusta pensar que sí.

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